La erección del pene se controla mediante un centro de placer que reside en el cerebro, y a su vez por dos centros nerviosos de la médula espinal.
Al contemplar una persona que nos gusta y nos atrae sexualmente, provocan la excitación de unos nervios de nuestro sistema vegetativo de los que no tenemos control ya que no dependen de nuestra voluntad y modifican la circulación de la sangre en toda la región pélvica.
Esto provoca que el volumen de sangre que entra a través de las arterias del pene aumente unas 20 veces su volumen. Esta sangre va a parar a los llamados cuerpos cavernosos, los cuales tienen una estructura esponja que les permite aumentar el volumen.
A su vez, también se estrechan las venas por donde normalmente se liberaría el exceso de nivel de sangre.
La presión en los cuerpos cavernosos aumenta considerablemente y con ella las dimensiones del pene, así como rigidez y dureza.
Esto no solo ocurre, como los hombres saben, al excitarse con una mujer que le atrae, sino con la simple visión de imágenes excitantes o su recuerdo en la memoria.
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